
Vivimos en una cultura de la velocidad. Entre el trabajo, las redes sociales, los compromisos y las expectativas externas, es fácil olvidar que el cuerpo también necesita detenerse, que descansar no es un lujo, sino una necesidad biológica. Y fue justamente en una etapa de mi vida marcada por el estrés cuando descubrí el yoga restaurativo.
No lo estaba buscando, pero llegó a mí en el momento justo. Una amiga, al ver mi agotamiento físico y mental, me recomendó probar una clase. Entré al estudio sin grandes expectativas, más por compromiso que por convicción. No sabía que aquella hora y media cambiaría mi forma de entender el descanso.
¿Qué es el yoga restaurativo y en qué se diferencia de otros estilos?

El yoga restaurativo es una práctica que busca la relajación profunda del cuerpo y la mente. A diferencia de estilos dinámicos como el vinyasa o el ashtanga, aquí no se busca activar la musculatura, sudar o fluir con energía. Por el contrario, se trata de permitir que el cuerpo entre en un estado de reposo absoluto, utilizando posturas pasivas sostenidas durante varios minutos y apoyadas con accesorios como mantas, bloques, bolsters y cinturones.
Es un estilo que tiene sus raíces en el yoga Iyengar, donde la alineación y el uso de soportes son esenciales. Fue B.K.S. Iyengar quien comenzó a usar elementos para permitir que incluso personas con dolencias o rigidez pudieran acceder a los beneficios del yoga. Posteriormente, Judith Hanson Lasater formalizó el estilo restaurativo, dándole una estructura específica centrada en el descanso reparador.
Recuerdo que en mi primera clase hicimos solo cinco posturas. ¡Cinco posturas en noventa minutos! Al principio, mi mente iba a mil. Me costaba soltar, me sentía improductivo. Pero cuando entré en Supta Baddha Konasana, con la espalda apoyada en un bolster y los pies juntos, algo hizo clic. Respiré como no lo hacía en semanas. Y sentí por primera vez que descansar también era hacer.
Beneficios del yoga restaurativo: más allá de la relajación
Los beneficios del yoga restaurativo son profundos y afectan no solo al cuerpo, sino al sistema nervioso, la mente y las emociones. Este tipo de práctica activa el sistema nervioso parasimpático, también conocido como el “modo de descanso y digestión”, ayudando a contrarrestar los efectos del estrés crónico.
Entre los beneficios más destacados están:
- Reducción del estrés y la ansiedad: al mantener el cuerpo en posturas completamente sostenidas, se libera la tensión acumulada y se calma el sistema nervioso central.
- Mejora del sueño: muchas personas experimentan mejoras notables en la calidad del sueño tras unas pocas sesiones.
- Alivio de dolores físicos: especialmente útil para personas con dolor crónico, fibromialgia, tensión muscular o fatiga.
- Regulación emocional: al estar presente en el cuerpo sin exigencias, se crea un espacio para que las emociones emergen y se procesen.
- Conexión cuerpo-mente: una sensación de integridad que va más allá del bienestar físico.
Después de aquella primera clase, sentí que mi cuerpo estaba más ligero y mi mente más despejada. Esa sensación de calma me acompañó durante varios días, algo que no había conseguido ni con medicamentos ni con ejercicios de alto impacto. Me di cuenta de que el verdadero descanso no solo es físico, también es mental y emocional.
Posturas clave del yoga restaurativo para principiantes
Una de las bellezas del yoga restaurativo es que es accesible. No necesitas ser flexible ni tener experiencia previa. Con una guía adecuada y los accesorios correctos, cualquier persona puede beneficiarse desde la primera sesión.
Aquí algunas de las posturas más recomendadas para empezar:
1. Supta Baddha Konasana (postura reclinada del ángulo cerrado)
Es una de las posturas más restauradoras que existen. Se practica recostado sobre un bolster, con las plantas de los pies juntas y las rodillas abiertas hacia los lados, apoyadas en bloques o mantas. El efecto es una apertura suave del pecho y las caderas.
Yo tuve mi primera experiencia transformadora en esta postura. Fue ahí donde sentí que podía respirar sin esfuerzo, donde mi cuerpo soltó la necesidad de controlar y simplemente “fue”.
2. Viparita Karani (piernas contra la pared)
Esta postura ayuda a mejorar la circulación y a calmar la mente. Acostado boca arriba, se colocan las piernas elevadas sobre una pared, con el cuerpo formando un ángulo recto. Puede acompañarse de un bolster bajo la cadera.
3. Balasana con soporte (postura del niño)
Aquí te sientas sobre tus talones y te inclinas hacia delante, dejando el torso apoyado sobre un bolster o almohadas. Relaja completamente la frente y los brazos. Ideal para soltar el control mental.
4. Savasana con soporte bajo las rodillas
La postura final del yoga, pero en su versión restaurativa, se practica con mantas enrolladas bajo las rodillas y un soporte bajo la cabeza. Permite un descanso completo del cuerpo sin tensión en la zona lumbar.
Cada una de estas posturas puede mantenerse entre 5 y 20 minutos. No hay prisa. El objetivo es entrar en un estado de entrega, de “no hacer”, y permitir que el cuerpo se autorregule.




Accesorios esenciales para una práctica efectiva
El yoga restaurativo depende en gran parte del uso de accesorios. No como una forma de “compensar” limitaciones físicas, sino como aliados para sostener el cuerpo sin esfuerzo. Algunos de los más usados son:
- Bolster: cojín alargado y firme, ideal para apoyar la espalda o las piernas.
- Bloques: de corcho o espuma, para ajustar la altura de las posturas.
- Mantas: sirven para dar soporte o calidez. También ayudan a proteger rodillas y cervicales.
- Cinturones: útiles para mantener las piernas en posiciones específicas sin tensión muscular.
- Sacos de arena o pesos suaves: aplicados en zonas como el abdomen o muslos para inducir una sensación de anclaje y calma.
Una vez que aprendí a colocar correctamente estos accesorios, la experiencia cambió por completo. Era como si el cuerpo dijera: “gracias”. No había esfuerzo, solo rendición.
Cómo integrar el yoga restaurativo en tu rutina diaria
Una de las mayores ventajas de este estilo es que puede practicarse en casa, incluso con pocos recursos. No necesitas un estudio ni equipo profesional para comenzar. Aquí te dejo algunas sugerencias para incorporarlo a tu día a día:
- Elige un momento del día sin interrupciones, idealmente al final del día.
- Empieza con solo una postura. No necesitas hacer una secuencia completa. Incluso 10 minutos pueden marcar la diferencia.
- Ajusta el espacio: luz tenue, música suave o silencio absoluto, temperatura agradable.
- Hazlo un ritual, no una tarea. Pon una manta especial, enciende una vela. Crea un espacio sagrado de descanso.
- Sé paciente: al principio tu mente puede resistirse. Con práctica, esa resistencia se disuelve.
Yo comencé con una sola postura cada noche, antes de dormir. Fue suficiente para cambiar mi energía nocturna y despertarme con más claridad.
Consejos para una práctica segura y efectiva
Aunque el yoga restaurativo es muy seguro, hay algunas recomendaciones que pueden ayudarte a sacarle el máximo provecho:
- Evita posturas incómodas: si algo molesta, ajusta el soporte o sal de la postura.
- No busques resultados inmediatos: esta es una práctica de acumulación, como el ahorro emocional.
- Escucha a tu cuerpo: a veces lo que más necesitas es simplemente estar acostado en silencio.
- No compares tu experiencia con la de otros: el yoga restaurativo es profundamente íntimo.
- Respira con suavidad: no controles la respiración, observa cómo se vuelve más amplia por sí sola.
Recuerdo una clase donde no pude soltar del todo. Mi mente estaba inquieta. Pero aprendí que incluso esas sesiones son valiosas. El yoga restaurativo no exige perfección, solo presencia.

Conclusión: el poder transformador del descanso consciente
Vivimos en un mundo que glorifica la productividad, pero rara vez valora el descanso. El yoga restaurativo me enseñó que parar no es rendirse, sino recargarse. Que el verdadero poder no siempre está en la acción, sino en la pausa.
Desde aquella primera clase, esta práctica se ha convertido en mi refugio. Es mi forma de volver a casa cuando todo afuera se vuelve demasiado. Me recuerda que merezco descansar, que sanar también puede ser suave, y que dentro del silencio se esconden respuestas profundas.
Si estás buscando una práctica que no solo te estire el cuerpo, sino que te abrace el alma, dale una oportunidad al yoga restaurativo. No necesitas hacer nada. Solo necesitas ser.