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Yoga Equilibrio

Ashtanga Yoga | Qué es, posturas y beneficios

Mujer practicando Ashtanga Yoga en postura del Guerrero II sobre una esterilla en interior, enfocada en la fuerza, equilibrio y concentración.
Índice

    El Ashtanga Yoga es un estilo que no deja indiferente. Su intensidad física y su enfoque meditativo lo convierten en una de las prácticas más completas del yoga moderno. Además, ofrece una estructura clara y desafiante que atrae tanto a principiantes como a practicantes avanzados.

    A diferencia de otros estilos más suaves, el Ashtanga se caracteriza por su ritmo vigoroso. Es decir, cada movimiento está ligado a la respiración, creando una danza meditativa de energía y concentración. Esta unión cuerpo-mente convierte cada sesión en una experiencia única de transformación personal.

    Recuerdo perfectamente mi primera clase. Pensé que no podría seguir el ritmo de la secuencia Saludo al sol. Sin embargo, con cada respiración aprendí que no se trata de hacerlo perfecto, sino de mantener la constancia. Salí exhausta, pero con una claridad mental que pocas veces había sentido.

    Sobre todo, entendí que el Ashtanga Yoga no es únicamente ejercicio físico. Es un método que educa la mente, fortalece la disciplina y abre la puerta al poder del autoconocimiento.

    En conclusión, más que un estilo, es un camino. Un viaje hacia la fortaleza, la flexibilidad y la calma interior. Y todo empieza con un saludo al sol.

    El Ashtanga Yoga fue sistematizado en el siglo XX por Sri K. Pattabhi Jois, discípulo del legendario maestro Krishnamacharya en Mysore, India. Sin embargo, sus raíces se hunden en las tradiciones más antiguas del yoga clásico.

    El término “Ashtanga” significa “ocho miembros” en sánscrito. Hace referencia a los ocho pasos del yoga descritos por Patanjali en los Yoga Sutras. Es decir, esta práctica no solo abarca posturas físicas, sino también principios éticos, control de la respiración, concentración y meditación.

    Lo que distingue al Ashtanga moderno es su estructura de series fijas. Cada serie se practica en el mismo orden, lo que permite al alumno avanzar de manera progresiva. Además, la práctica utiliza tres elementos clave:

    1. Respiración ujjayi, profunda y sonora, que genera calor interno.
    2. Bandhas, cierres energéticos que concentran la energía vital.
    3. Drishti, puntos de mirada que entrenan la concentración y estabilizan la mente.

    Cuando descubrí estos tres principios en mi práctica, noté algo sorprendente. No solo mejoraba mi flexibilidad, también mi capacidad de atención durante el día. En conclusión, comprendí que el Ashtanga Yoga era tanto un entrenamiento físico como un ejercicio de concentración mental.

    El método de Ashtanga Yoga se organiza en seis series progresivas. Cada practicante avanza en función de su nivel, constancia y evolución personal.

    1. Primera Serie (Yoga Chikitsa – Terapia Yoga)
      Se centra en desintoxicar el cuerpo, alinear la postura y fortalecer los músculos. Es ideal para principiantes y es la más practicada en el mundo.
    2. Segunda Serie (Nadhi Shodhana – Purificación de los Canales Energéticos)
      Trabaja de manera más profunda la flexibilidad, estimula el sistema nervioso y equilibra la energía interna.
    3. Series Avanzadas A, B, C y D
      Estas son extremadamente exigentes. Requieren una combinación de fuerza, equilibrio y control excepcionales. Están reservadas para practicantes con años de dedicación constante.

    Lo fascinante es que el orden nunca cambia. Sin embargo, la experiencia sí cambia con el tiempo. Una postura que parece imposible en el inicio puede sentirse accesible meses después.

    Recuerdo claramente el día en que completé la Primera Serie por primera vez. No fue impecable, pero la sensación de logro fue transformadora. Además, sentí que mi respiración estaba más fluida y mi mente mucho más enfocada.

    Es decir, las series funcionan como un espejo: reflejan tu estado físico, emocional y mental. En conclusión, avanzar en ellas no es una meta rápida, sino un proceso profundo de autodescubrimiento.

    El Ashtanga Yoga es reconocido por sus beneficios físicos. La práctica fortalece cada grupo muscular gracias a la repetición dinámica de posturas. Además, mejora notablemente la flexibilidad de la columna, caderas y hombros.

    Otro beneficio es la resistencia cardiovascular. Aunque pueda no parecerlo, mantener la respiración ujjayi constante eleva el ritmo cardíaco y genera un entrenamiento aeróbico efectivo. Es decir, el yoga se convierte en ejercicio de alto rendimiento sin necesidad de máquinas ni rutinas de gimnasio.

    También ayuda a corregir la postura, eliminar tensiones y prevenir dolores de espalda. Sobre todo, la práctica constante lubrica articulaciones y promueve la movilidad a largo plazo.

    En mi experiencia, lo más sorprendente fue notar cómo mi cuerpo se volvía más ligero. Después de meses de práctica, movimientos cotidianos como subir escaleras o agacharme eran mucho más fáciles. Además, mi energía diaria aumentó de forma significativa.

    En conclusión, Ashtanga Yoga no solo transforma tu figura, sino que también crea un cuerpo fuerte, flexible y resistente. Un aliado poderoso para la salud integral.

    El aspecto físico es evidente, pero el Ashtanga Yoga ofrece aún más beneficios en el terreno mental y emocional. La sincronización entre respiración y movimiento induce un estado meditativo.

    Además, el enfoque en los drishtis entrena la mente para no dispersarse. Es decir, se desarrolla la capacidad de concentración y presencia, habilidades muy útiles en la vida diaria.

    La disciplina también moldea la mente. Practicar Ashtanga requiere constancia, incluso en días de cansancio o poca motivación. Sin embargo, esa constancia fortalece la voluntad y la resiliencia.

    Recuerdo jornadas agotadoras en las que dudaba si extender la esterilla. Pero después de cada práctica, mi mente se sentía despejada, ligera y renovada. Sobre todo, aprendí que la mente también se entrena, igual que los músculos.

    En conclusión, Ashtanga Yoga se convierte en un refugio emocional. Reduce el estrés, calma la ansiedad y aporta claridad. No solo transforma el cuerpo, sino también la forma en que percibes la vida.

    Mujer practicando el estilo Mysore en postura del Guerrero II dentro de un estudio con ventanales, enfocada en fuerza, equilibrio y concentración.

    El Ashtanga Yoga se enseña principalmente de dos formas:

    • Método Mysore: cada alumno practica a su ritmo la serie que le corresponde, mientras el maestro ofrece correcciones y ajustes personalizados.
    • Clases guiadas: toda la clase sigue la misma secuencia al unísono, bajo la dirección del profesor.

    Ambos métodos son efectivos, pero Mysore ofrece una experiencia más individualizada. Además, fomenta la autonomía del practicante porque permite memorizar y dominar la secuencia.

    Mi primera clase Mysore fue desconcertante: todos parecían practicar en silencio, sin mirar al profesor. Sin embargo, entendí que cada persona estaba inmersa en su propio viaje. Sentí que, aunque cada quien iba a su ritmo, compartíamos una energía colectiva única.

    Es decir, aunque parezca solitario, es una práctica comunitaria en silencio. En conclusión, elegir el método depende de tu personalidad, pero ambos te llevarán hacia un crecimiento físico y mental constante.

    El Ashtanga Yoga puede parecer exclusivo para personas jóvenes y atléticas, pero no es así. Se adapta a distintos niveles con modificaciones y apoyos adecuados.

    Además, el progreso es gradual. Nadie empieza dominando las series completas. Es decir, la práctica respeta el ritmo personal de cada estudiante.

    Yo pensaba que no era lo suficientemente flexible para practicarlo. Sin embargo, descubrí que la clave no era la flexibilidad inicial, sino la constancia y la paciencia. Sobre todo, entendí que cada pequeño avance era un triunfo personal.

    En conclusión, cualquier persona puede beneficiarse del Ashtanga Yoga. No se trata de competir, sino de escuchar al cuerpo y evolucionar paso a paso.

    Mujer practicando posturas de equilibrio, destacando concentración, flexibilidad y fuerza, en un ambiente interior luminoso y armonioso.

    El Ashtanga Yoga es una disciplina poderosa que transforma cuerpo, mente y espíritu. Combina tradición india con práctica moderna, ofreciendo beneficios físicos, emocionales y energéticos.

    No solo fortalece y flexibiliza el cuerpo, sino que también entrena la mente en concentración, resiliencia y calma. Además, enseña valores como disciplina, paciencia y autoconfianza.

    En conclusión, más que un estilo de yoga, el Ashtanga es un viaje profundo hacia uno mismo. Un camino que exige esfuerzo, pero regala claridad, fuerza y serenidad.